2 perdices, 125 g
de tocino magro, 100 g
de cebollas, 100 g
de zanahorias, 1 diente de ajo, 30
g de tocino gordo, 30 g de.mantequilla, 1 cda de harina, 1 cda de manteca de cerdo, tres cuartos de litro de
caldo, 3 docenas de aceitunas, un ramito de hierbas compuesto de una rama de
perejil, 1 ramita de tomillo y media hojita de laurel, todo atado con un hilo;
sal y pimienta.
Tiempo necesario: hora y
media para confeccionar el jugo y una hora para guisar las perdices (en el
supuesto de que sean jóvenes y tiernas).
Prepárese el jugo (este
jugo podrá prepararse con anticipación hasta la víspera).
Para esto embadúrnese el
fondo de una cacerola con la mitad de la mantequilla; encima dispónganse el
tocino magro, la cebolla, la zanahoria y el ajo, todo cortado en trocitos;
póngase a fuego lento y rehóguese bien durante una media hora, removiéndolo a
menudo con una cuchara para que no se queme ni se agarre, pues luego tendría
mal sabor; ya dorado agréguense el caldo y el ramito de hierbas, y cuando rompa
de nuevo el hervor tápese la cacerola y déjese cocer a hervor lento durante una
hora; pásese entonces por el chino, apretando un poco para exprimir bien la
substancia, pero sin que pasen las verduras.
Mídase lo pasado y si
pasa del medio litro vuélvase a ponerlo al fuego vivo y a hervirlo hasta
dejarlo reducido a dicha cantidad.
Resérvese.
Armense las perdices como
lo tengo explicado y seguidamente méchense con tocino gordo, éste cortado en
tiritas finas, y ayudándose de una aguja de mechar se introducirán en las
pechugas, formando cuatro hileras en cada perdiz.
Ya preparadas cójase una cacerola
proporcionada a las cantidades, es decir, que las perdices la ocupen toda,
pues siendo holgada no bastaría la cantidad de jugo indicada y habría que
aumentarla con caldo, quedando alteradas las proporciones, en detrimento de la
suculencia del guiso; póngase en esta cacerola primero una cda de manteca de cerdo, y cuando esté bien
caliente pónganse las perdices y rehóguense durante unos 15’ a fuego moderado y cuidando
de darles vuelta, pues se han de dorar muy poco.
Conseguido esto retírense
las perdices, pónganse en un plato y hágase escurrir toda la grasa que contenga
la cacerola; pónganse en ésta lo restante de la mantequilla y 1 cda de harina; cuézase durante 7 u 8’ , removiéndolo sin parar, y
cuando se haya tostado deslíese poco a poco con el jugo, revolviendo con un
batidor para que la salsa se ligue bien.
A continuación póngase la
cacerola al fuego vivo y cuanda hierva fuerte pónganse las perdices, tápese y
métase al horno, dejándolo cocer por espacio de unos 25 a 30’ , cuidando de rociarlas con
su salsa dos o tres veces. (Las perdices estarán en buen punto cuando al
escurrirlas suelten jugo dorado; si sale rosado o muy claro habrá que cocerlas
más).
Bien escurridas las
perdices colóquense en un plato y en seguida procédase a desengrasar perfectamente
la salsa, retirando 1a grasa que sobrenade con una cuchara de metal (la salsa
ha de quedar reducida a unas 10 u 11 cdas de las de sopa); siendo más hágasela
hervir hasta reducirla a dicha cantidad, y si es menos alárguese con caldo.
La salsa ha de quedar
siruposa y de color de caramelo obscuro; si es necesario coloréese con caramelo
quemado o con unas gotas de jugo Maggi (si se añade jugo Maggi no se añadirá
éste hasta después de terminar el guiso, al momento de verter la salsa en la
fuente).
Añádanse a la salsa las
aceitunas, previamente deshuesadas, y dadas un hervor en agua hágaselas dar
otro hervor en la salsa, y conseguido esto retírese la cacerola del fuego,
pues no ha de hervir más (si ha de aguardar consérvese al baño de maría,
teniendo la precaución de revolver la salsa a menudo con una cuchara para que
no se le haga nata).
Aderezo del
plato.- En una fuente calentada
colóquense las perdices trinchadas; adórnese alrededor con las aceitunas y
cúbrase todo con la salsa.
Sírvase bien caliente.
Aves y caza - 03 .050
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