Una vez mondadas, lavadas y cortadas en
rodajas muy finas unas patatas migosas, se van friendo, a fuego obediente, en
una sartén honda con aceite de oliva y un poco de cebolla que se echó cuando ya
estaban a medio hacer
Se van picando, con el filo de una rasera, y
despachurrándolas hasta hacer practicamente una pasta
Entonces se escurre y se retira a un plato
Se quita grasa de la sartén dejando solo una
poca
Batir bien unos huevos, sazonarlos con su sal
correspondiente, echarlos sobre las patatas y revolver
Volcar en la sartén y dejar que se vaya
cuajando
Cuando esté, lo que se nota porque al mover la
sartén no se pega, y dorada por un lado se vuelve, ayudándose de un plato,
hasta sobredorar por el otro
Alguna vieja guisandera la bañan, momentos
antes de sacarla, con la yema de un huevo batido para dejarla de un bonito
color oro
Nota: La prueba del dedal de
plata, usada por las buenas amas de casa bilbaínas, consiste, cuando está
tomando color, en clavarlo sin resistencia en la tortilla lo que significa que
está en su punto.
Fuente:
Alfredo Juderías
Huevos y tortillas - 16. - 031