Un oficial de Correos, que además de serlo es
muy amigo mío, y que se pasa la vida yendo desde La Coruña a Venta de Baños y
viceversa, me explica en una sustanciosa carta el modo de guisar en el
departamento de Correos, aun cuando los guisos sean de alguna complicación.
He aquí algunos párrafos de la carta aludida:
«En Venta de Baños, un natural de
Calabaz,anos, por un perro grande me pone en posesión de unos pimientos
morrones del tamaño de un proyectil del 42. Continúa el tren conmigo y con los
pimientos hasta Villalumbroso, en donde se abre la portezuela del departamento
y el cartero me propone un negocio de compra-venta, en virtud del cual, por una
veinte, me entrega los cuatro palominos de que es portador.
Concibo mi plan, y en Villada uno a mis
anteriores compras dos chorizos de Trobajo y tres reales de jamón.
»De nuevo el mixto en marcha, le hago ver a
los volátiles el deber en que están de abandonar la vida, y al llegar a Grajal
abandono el departamento en que voy y me interno en «Alfonso VIII », que así se
llama la locomotora que nos conduce, y previos los saludos de rúbrica a
Servando, el maquinista, someto los cadáveres a unas inhalaciones de vapor que
los dejan a imitación del gallo de Morón, sin plumas, pero éstos además no
cacarean.
»De nuevo en mi coche, procedo a internarme en
los intestinos de los «cándidos», quitándoles todo aquello y sustituyéndoselo
por una mezcla preparada con el jamón, el chorizo, los hígados de los
«interfectos», cebolla, perejil y sal.
»Sobre dos quinqués de aceite pongo una
tartera con más aceite, y allí rehogo los pichones cuando está sin rancio.
Una vez dorados, cada pichón pasa a ocupar el
interior de un pimiento, y al aceite que queda en la tartera le añado un
amasijo de pan frito, unas cuantas avellanas y una yema de huevo cocido, todo
mezclado con un poco vino blanco y un punto, de nuez moscada, y en la mezcla
coloco los rojizos ataúdes.
Quito mecha y dejo que cueza todo lentamente.
»En Palanquinos, mi compañero y yo procedemos
a la consiguiente inves-tigación, que no puede ser más satisfactoria.
Hay después unas libaciones de vino del Barco
de Valdeorras; mi compañero enciende un cigarrillo, yo me asomo, Servando hace
sonar el silbato y el tren modera la marcha hasta detenerse en León, en donde
da fin la receta que me permito someter a su consideración, participándole que
si llego a verla publicada en la quinta edición de LA COCINA PRÁCTICA
constituirá para mí una efemérides digna de codearse con el día que la novia me
dijo que sí o aquel en que fui presentado a los señores de Anzobre.
»Suyfsimo,
GONZALO ABELLO.
» En ruta, a 13 de Noviembre de 1916.»
Aves y caza - 03 .048