El siguiente verso, si así puede llamársele,
tuve yo la debilidad de escribirlo y dedicárselo a una cocinera muy guapa a
quien yo amaba platónicamente allá en los albores de mi juventud y de mi furor
culinario:
Tomarás de un buen corzo la pierna entera
y,
untándola con ajo, pimienta y vino,
al momento
la pones en la tartera
echándole
sal, grasa y un clavo fino.
Déjala estar dos horas tapada, y luego
la coges
cariñosa con gran cuidado,
la metes en
el horno, y a todo fuego
procuras
que te tome color dorado.
La quitas; la colocas sobre la fuente.
La
espinilla la envuelves con papelitos,
y
procurando siempre que esté caliente
haz que
almuercen con ella los señoritos.
Aves y caza - 03 .048
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