"En una olla grande con agua hirviendo
pon los huevos que necesites y procura que no pare de hervir. En las cocinas
de Palacio se usan unos artísticos reloxes de arena para medir el tiempo que
han de estar estos los huevos en el agua hirviendo; pero si no lo tuvieres, tan
luego los metas en el agua reza por tres veces, un Padre nuestro, un Avemaría y
una salve. En cuanto termines los sacas y los pones en agua fria lo más que
pudieres y pasado un buen tiempo los descascarás con sumo cuidado para que queden
bien enteritos
Aparte, mitad manteca de puerto y otra mitad
de aceite, lo pones en una vasija y le añades leche y harina y menudos trozos,
cortados de pechuga asada de gallina y otros de setas de monte, bien
blanqueadas y cocidas, y sazona con sal, pimienta y nuez
Coloca los huevos en una vasija de horno, pon
encima esta salsa y mételo en él para dorarlos. Estos huevos se llaman de
engaño porque lo mantienen doble: es lo primero por que sí, para acabar pronto
rezas con priesas las oraciones, saldrán los huevos sin cuajar el blanco y no
los podrás descortezar sin romperlos; y es lo segundo que de nada te habrán
tampoco servido las oraciones, pues de rezos mascullados están los infiernos
empedrados
Todavía es mayor el engaño porque cuando los
partes pareciéndote que los huevos están duros te encuentras con la yema
tierna"
Nota: Receta tomada del libro
Conduchos de Navídad, de Francisco Martínez Montiño, Cocinero Mayor del Rey
Felipe II Alicante, MDLXXXV
Fuente:
Alfredo Juderías
Huevos y tortillas - 16. - 031