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viernes, 5 de septiembre de 2014

Pichones a lo mixto N. O. Ascendente .048

Un oficial de Correos, que además de serlo es muy amigo mío, y que se pasa la vida yendo desde La Coruña a Venta de Baños y viceversa, me explica en una sustanciosa carta el modo de guisar en el departamento de Correos, aun cuando los guisos sean de alguna complicación.
He aquí algunos párrafos de la carta aludida:

«En Venta de Baños, un natural de Calabaz,anos, por un perro grande me pone en posesión de unos pimientos morrones del tamaño de un proyectil del 42. Continúa el tren conmigo y con los pimientos hasta Villalumbroso, en donde se abre la portezuela del departamento y el cartero me propone un negocio de compra-venta, en virtud del cual, por una veinte, me entrega los cuatro palominos de que es portador.
Concibo mi plan, y en Villada uno a mis anteriores compras dos chorizos de Trobajo y tres reales de jamón.
»De nuevo el mixto en marcha, le hago ver a los volátiles el deber en que están de abandonar la vida, y al llegar a Grajal abandono el departamento en que voy y me interno en «Alfonso VIII », que así se llama la locomotora que nos conduce, y previos los saludos de rúbrica a Servando, el maquinista, someto los cadáveres a unas inhalaciones de vapor que los dejan a imitación del gallo de Morón, sin plumas, pero éstos además no cacarean.
»De nuevo en mi coche, procedo a internarme en los intestinos de los «cándidos», quitándoles todo aquello y sustituyéndoselo por una mezcla preparada con el jamón, el chorizo, los hígados de los «interfectos», cebolla, perejil y sal.
»Sobre dos quinqués de aceite pongo una tartera con más aceite, y allí rehogo los pichones cuando está sin rancio.
Una vez dorados, cada pichón pasa a ocupar el interior de un pimiento, y al aceite que queda en la tartera le añado un amasijo de pan frito, unas cuantas avellanas y una yema de huevo cocido, todo mezclado con un poco vino blanco y un punto, de nuez moscada, y en la mezcla coloco los rojizos ataúdes.
Quito mecha y dejo que cueza todo lentamente.
»En Palanquinos, mi compañero y yo procedemos a la consiguiente inves-tigación, que no puede ser más satisfactoria.
Hay después unas libaciones de vino del Barco de Valdeorras; mi compañero enciende un cigarrillo, yo me asomo, Servando hace sonar el silbato y el tren modera la marcha hasta detenerse en León, en donde da fin la receta que me permito someter a su consideración, participándole que si llego a verla publicada en la quinta edición de LA COCINA PRÁCTICA constituirá para mí una efemérides digna de codearse con el día que la novia me dijo que sí o aquel en que fui presentado a los señores de Anzobre.
»Suyfsimo,

GONZALO ABELLO.

» En ruta, a 13 de Noviembre de 1916.»

Aves y caza - 03 .048

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