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miércoles, 10 de septiembre de 2014

Bolas de juana .048

Ustedes, como es natural, no sabrán quién es Juana.
Juana es una de esas cocineras en pergamino, de allá de los tiempos en que se usaba el miriñaque y en que a las señoras se les llamaba misias, y que aun hoy existe, vieja y coja, pero conservando el compás de sus buenos tiempos.
Cocinera de señora antigua, cuya misión no se reduce sólo a preparar salsas ni a confeccionar guisados, sino que cumple con otros deberes, tales como rezar el rosario con su ama, acompañarla a la novena, auxiliarla en las faenas de su tocado y hablar con ella, en los ratos de ocio, de la perversión de las costumbres modernas y de la degeneración de las razas, estableciendo curiosas comparaciones entre aquellos señores tan gordos y tan colorados, de chocolate con manguito y dieciséis platos a cada comida, y nuestros «cerillilas» modernos, de pantalón blanco, panamá y bastón de ángulo recto.
Pues bien, esta Juana que acabo de presentarles, prepara un plato que consagro en esta obra con el nombre que encabeza es la receta, y cuya preparación ha de ajustarse a los siguientes principios.
Se reduce a picadillo fino una libra de lomo de cerdo y un cuarterón de jamón.
Se adoba con sal, pimienta y mucho limón.
Se forma con la pasta que resulte unas bolas que se bañan en manteca de cerdo derretida, envolviéndolas luego en ralladuras de pan y perejil picado.
Se lía cada una en un papel de barba y se asan en la parrilla a fuego lento, sirviéndolas después de asadas sin quitarles el papel.

Carnes - 05. - 048

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