El Cuento
Semanal publica en su número de 23 de Julio de 1909 un trabajo de mi muy
querido amigo Luis Antón del Olmet.
Los que no lo hayáis leído, leed ese cuento.
Es una maravilla literaria. Su asunto, un bohemio enamorado de una mujer casada
y pleiteante, el cual juega y pierde su porvenir por amor de la rapaza, que en
agradecimiento a tanto amor acaba ahuecando el ala con un señor rubio que
además de rubio es doctor.
Carlos, que así se llama el protagonista de
nuestra obra, merienda un día en la Moncloa con la pleiteante y confeccionan
una paella que debe ser de marca especial para idilios amorosos.
Leed la receta original y os convenceréis.
* * *
-¿Qué dice usted?
-¡Qué faltan aceitunas !
-¡Habrá venido un pájaro por detrás!
Y un montón de huesos acusa el delito.
Perdonado el hurto, pensamos en comer.
Buscamos ramitas, construímos un horno y le
prendemos.
La leña, crepitando con llamaradas comienza a
calentar el agua.
Bullen burbujas.
Echamos sal, arroz.
Cuando ya amarillea, la gallina.
Un cuarto de hora después, en derredor de la
cazuela, comemos.
* * *
Y es posible que la hayan comido.
De no ser así no estarían justificadas todas
esas cosas que se dicen de que el amor es ciego, de que no se para en barras,
etcétera, etc.
Yo quiero que escribas mucho, querido Antón,
para deleitarme con la lectura de tus escritos.
Pero, por Dios, no se te ocurra nunca
convidarme a comer siendo tú el cocinero, porque no voy.
¡Cualquiera va! ¡Lo leído, lo leído!
Arroces - 02 .048
No hay comentarios:
Publicar un comentario