Esta es la auténtica, la verdadera fórmula y
la que emplean los valencianos para preparar este plato delicioso, el más
suculento de los manjares en cuya composición entra el arroz.
Empecemos por ponernos en posesión de una
paella.
La paella es un recipiente ad hoc y que no tiene en la cocina más
misión que la de servir para la condimentación de este plato.
Es de chapa de hierro, de forma de una sartén
grande y sin mango, con el borde completamente vertical y muy bajo.
Tiene además dos grandes asas.
Puesta la paella al fuego de leña, se echa en
ella el aceite y se le quita el rancio con una miga de pan empapado en vinagre
y con una cabeza de ajo, ambas cosas echadas a freír al estar el aceite muy
caliente.
Cuando el pan y el ajo estén completamente
quemados se separan del aceite con la pala y se hace freír un pollo dividido
en pedazos.
Una vez dorado éste se separa del aceite y se
fríe una anguila dividida también en trozos.
En recipiente aparte se han cocido bachocons, que son una especie de habas
o judías blancas de gran tamaño y achatadas, y que aquí en donde no existen,
pueden ser sustituidas por lo que los gallegos conocemos con el nombre de fabas
de tres años, alcachofas y caracoles, dándoles también unas vueltas en el
aceite.
Los valencianos, para limpiarlos, usan un
procedimiento especial.
Toman los caracoles que quieren preparar de
una especie de bichos de cáscara blanca y grande que son los más finos, los
pasan por dos o tres aguas y los ponen en un gran, recipiente al sol, rode-ando
los bordes completamente de sal.
Esto evita que los animalejos huyan.
Cuando todos ellos cumplen con el encargo que
les confirió el poeta en aquellos versos que dicen,
Caracol,
caracol,
echa los
cuernos al sol,
que sino
«te voy matar»
con un
cuchillo del mar,
una mano alevosa los baña con una gran
cantidad de. agua hirviendo a borbotones, y la parca fiera los sorprende fuera
del cascarón sin darles tiempo a guarecerse en él para huir de la quema.
Visto lo visto, podréis apreciar, lectores de
mi alma, los grandes inconvenientes que tiene a veces el echar el pie fuera del
cascarón.
*
* *
Cuerpo presente los caracoles, cabe que la
escrupulosa confeccionadora del arroz que nos ocupa los lave y relave en
cuantas aguas crea oonveniente, y una vez que su conciencia esté tranquila se
impone que haga pasar a los difuntos al negociado del cocido, en unión de las alcachofas
y de los bachocons, como hemos
indicado antes.
Una vez todo preparado se mezcla el agua de la
cocción con el aceite de la fritura, y en el caldo que resulta se hace cocer el
pollo sazonando con sal y azafrán.
Cuando el ave empieza a ablandarse se le
añaden todos los demás ingredientes menos la anguila, y se le pone arroz en
proporción de una medida por cada dos de agua, avivando, el fuego y haciendo
cocer el guiso a borbotones.
Así que el arroz está a medio punto se añaden
los trozos de anguila, y cuando ya le falta muy poco para tomarlo se quita todo
del fuego, se pone la paella sobre el rescoldo y se deja que el arroz acabe de
cocerse.
Arroces - 02 .048
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