Las mejores ostras son las verdes, procedentes de Marennes.
Lo usual es presentarlas abiertas, adornadas con unas rajas de limón;
pero queriendo presentarlas bien se colocan en una fuente de plata sobre
un lecho de nieve, adornándolas alrededor con rajas de limón y sirviendo a la
vez, en un plato aparte, unas rebanadas de pan moreno embadurnadas con
mantequilla.
Se ofrece también pimienta negra recién molida. Se obtiene nieve
raspando el hielo con un aparato especial; se reemplaza con hielo hecho
picadillo.
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