Escójanse unos buenos membrillos, que no estén verdes
ni demasiado maduros; córtense en rajas alargadas despojándolos de la piel,
las semillas y durezas; pónganse a cocer en agua hirviendo hasta que estén
muy tiernos, que se pasarán al agua fría, dejándolos en ella tres días y
renovándoles el agua una vez al día. Hágase el almíbar a punto algo subido,
dejándolo enfriar para unirlo a la fruta, procurando que esté bien escurrido.
Tiene que hervir suavemente hasta volverse encarnado y transparente.
Los membrillos se pesan antes de prepararlos, poniendo
kilo y cuarto de azúcar por kilo de fruta.
Conservas y embutidos - 07. - 046
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