Un kilo de
tomates, 1 cda grande de harina, 1 cda de manteca, 1 yema de huevo y sal.
Aceite.
Córtense a pedazos los tomates sin mondar y se fríen
bien en una sartén con bastante aceite y la sal necesaria.
Cuando están bien fritos, se pasan por un colador y lo
que queda se vuelve a poner en la sartén para cocerlo con agua hasta que
suelte bien todo el jugo y esto se vuelve a colar, poniéndolo en una vasija
aparte.
Se limpia la sartén y en ella se tuesta la harina con la
manteca (o aceite), añadiéndole el caldo que se pasó la segunda vez; se une
esto al tomate frito que se pasó primero, se le da un hervor y, al servirlo,
se aparta del fuego y se le pone la yema batida, moviéndolo mucho para evitar
que se cuaje.
31. Salsas - 023
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