1 kg. de almejas, 1 cebolla grande; 3 dientes de ajo; 1/2 vaso de vino
blanco, 1 limón; perejil; guindilla; sal.
No por obvio es poco
importante sino al contrario, hacer una inicial referencia al lavado de la
almeja, pues ha de ser éste realizado con sumo esmero, en agua fria, hasta
hacer desaparecer cualquier vestigio de arena. Tras la grata operación,
colócalas en una cazuela junto con una taza de agua encima de un fuego vivo;
según se vayan abriendo retíralas en una cazuela de barro y cuela el agua que
soltaron con un paño muy fino.
Tras freír cebolla y ajo
menudo, se añade pan molido y perejil muy picado, rehogándolo y añadiéndole el
agua soltado previamente por las almejas, medio vaso de vino blanco, zumo de
limón y guindilla. Se le da seguidamente un hervor y se echa sobre las almejas
a fin de que hierva durante unos 10’, sazonándolas de sal y sirviéndose a
continuación.
Una observación final e
importante: como la sala debe quedar espesa, sino fuera así se le añade un
poco más de pan molido; o bien si nos pasáramos de espesor, se le añadiría
lógicamente, un poco de agua.
16. Mariscos
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