Para que esté tierno ha
de ser matado de varios días (recién muerto resulta tan duro que no hay manera
de hincarle el diente, sin contar que su sabor es nulo); es difícil precisar
cuántos días de mortificación son necesarios, pues dependerá del tiempo, más o
menos frío, que haga y, sobre todo, del gusto peculiar del que lo vaya a
comer; unos lo quieren más hecho que otros.
Sin embargo, un promedio
prudencial lo constituirán cuatro a seis días de mortificación al aire libre
(nunca menos de cuatro).
Se colgará por las patas
y se tendrá cuidado de resguardarlo de la lluvia.
Aves y caza - 03 .050
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