Para
4 personas "educadas"
2 perdices limpias
25 g de manteca de cerdo
2 lonchas de panceta de cerdo
4 dientes de ajo
El zumo de dos naranjas
Orégano
Romero
Tomillo
Pimienta blanca molida
Pimienta negra en grano (12 uds.)
Sal
Habréis elegido las perdices
HEMBRAS. Salvo que seáis zoófilos o sexadores profesionales, las distinguiréis
por cuanto carecen (hablo de la especie "alectoris rufa" o patirroja
española) de espolones en el tercio inferior de sus patas. Son más chicas,
además, y de cabeza -sobre todo, pero ¿para qué sirve?- menos grande. Las
hembras de perdiz son incomparablemente más tiernas que los machos.
Las habréis desplumado, eviscerado
y tenido al fresco cosa de tres (o 4 o 5, que no importa) días.
Salpimentad los cadáveres
perdigueros por el exterior y por el interior. Introducid en sus adentros el
romero, el tomillo, el orégano, dos dientes de ajo enteros en cada
"fiambre" y los granos de pimienta. Untad su exterior con la manteca
y envolvedlas con las lonchas de panceta, las cuales sujetaréis con palillos
para que no se desprendan. En una fuentecita de pyrex -cuyo fondo habréis
untado someramente, asimismo, de manteca- depositad las avecillas, bien
recubiertas del zumo de las naranjas.
En el horno, que previamente habréis
hecho calentar hasta la temperatura de 200º C, meted la fuente y asad las
sobrecitadas avecillas hasta verificar que están doraditas en toda su
superficie.
(¿45 minutos?)
Habréis preparado, en el ínterin,
una ensalada de escarola con granos de granada (y el aliño de rigor, claro es),
la cual sacaréis a la mesa al mismo tiempo que las perdices.
06. Caza
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