Restregar con un ajillo crudo un cuarto trasero de un cordero lechal;
espolvorearlo con sal fina y un chiflo de tomillo
Partirlo en tajadillas; darlas un buen unto con manteca fresca de
cerdo, ponerlas en una cazuela ovalada de barro cocido y al horno
Cuando estén casi doradas se rocían con un chorrillo de vino blanco y
un chisquete de zumo de limón
Dejar que se vaya haciendo, a su aire, y servir con un cordón de
patatitas avellanadas o una ensalada de lechuga
Nota: Dice
Luis Antonio de Vega, que fué con ternasco con lo que destetaron a Agustina de
Aragón.
Fuente: Alfredo Juderías
Carnes - 05. - 031
No hay comentarios:
Publicar un comentario