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lunes, 1 de septiembre de 2014

La perdiz .047

La perdiz es el más embodegonado de los animales de pluma.
Exposición de segunda fila en capital de segundo orden, cátate ahí, en la pared del a izquierda, a la sufrida perdiz enseñando sus patitas rojas, su pechuga blanca, su montuno e irisado pelaje.
El bravo animalillo hasta tiene la mala suerte de que, para retratado, siempre lo quieren muerto.
Y menos mal si el embodegonador no anda lejos de los merecimientos de tan ilustre difunto, que piezas he visto yo en lienzo que no las firmaría el más infortunado cazador.
En todo caso, yo prefiero la perdiz, ya alborotando cielos velazqueños con el golpe vivo de sus alas, ya estofada sin demasiados adobos extranjeros.
Y digo ésto porque, a la perdiz, en plateada bandeja o en humilde barro, lo que mejor le va es la potenciación de sus propios sabores.
Ella, que reúne en sí los más fuertes aromas de la naturaleza, que sabe a aguas amargas, a romero, a ruda, a laurel, a cereales, a sol, no necesita, en la cocina, de dulces y picantes extremosos, de la misma manera que, en el lienzo, no le convienen esos churretones que desnaturalizan su festoneado y noble plumaje.

Aves y caza - 03 .047

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