Plato muy de restaurante y de fácil y rápida
confección.
4 chuletas
de centímetro y medio de grueso y de unos 200 g cada una (siendo delgadas no
son a propósito para este guiso), 60 g de mantequilla, 2 cdas de aceite fino, 1
vaso de vino blanco, 1 copita de caldo, unas gotas de jugo Maggi, 1 cuarto de
limón, 1 pellizco de perejil picado, sal y pimienta.
Tiempo necesario: unos 20’.
Pónganse en una saltera o sartén la mitad de la mantequilla
y las dos cdas de aceite fino; caliéntese y, cuando hace humo, pónganse dos
chuletas; espérese un minuto y añádanse las otras dos (las 4 chuletas han de
freírse a la vez; la saltera, por tanto, ha de ser bastante amplia para que
quepan todas holgadamente); déjense freír sin tocarlas durante 7’; déseles la
vuelta con la paleta (si se pinchan sale el jugo y endurecen) y vuélvase a
dejarlas freír durante otros 7’; salpiméntense, sáquense, escurriéndolas bien,
y colóquense en una fuente calentada.
Hágase escurrir la grasa de la sartén, sin lavarla;
échese el vino blanco, póngase al fuego y cuézase hasta dejarlo reducido a la
mitad.
Añádase entonces el caldo, y cuando rompa el hervor
retírese del fuego y agréguense lo restante de mantequilla, unas gotas de jugo
Maggi, perejil picado y limón; remuévase bien y viértase por encima de las
chuletas, que han de quedar como barnizadas.
Sírvanse.
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