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g de manteca, 30 g de harina, 3 decilitros de agua caliente, sal y
una pizca de pimienta.
Se ponen en una cazuela de la cabida de un
litro los 30 g de harina y 30 g de manteca, añadiéndoles la sal y la pimienta;
luego, cuando se ha hecho una especie de pasta, se les echa 2 decilitros y
medio de agua; se le da vueltas a todo en la lumbre hasta que rompa a hervir.
Esta mezcla no debe dar menos de 3 decilitros, y debe adquirir consistencia
bastante para que cubra el revés de la cuchara con una capa de 2 mm. Entonces
se le añaden los 60 g restantes de manteca cortada en pedazos para que se
derrita más fácilmente; se retira del fuego y se remueve circularmente hasta
que la manteca esté completamente derretida. Así, ya está hecha la salsa.
Observación:
En el caso de que estuviera la salsa
demasiado espesa, lo que pudiera acontecer a pesar de las dosis que indicamos
porque ciertas harinas espesan más que otras, se añade el medio decilitro de
agua que quedaba, o la mitad solamente, según lo que se vea que es necesario.
Se hace que hierva de nuevo. Esto habrá de hacerse antes de añadir los 60 g de
manteca restantes; luego se le añade ésta y ya se puede dar por terminada la
salsa.
31. Salsas
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