Se escaldan y pelan los tomates,
pasándolos por un tamiz; después, bien disueltos y muy bien mezclados, se pone
por cada litro de líquido un gramo de ácido salicílico, se baten mucho y se
vierten en botellas de cierre automático; se ponen unos dos centímetros de
aceite de oliva en cada botella.
Conservas y embutidos - 07. - 037
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